Orgasmos, éxtasis y emociones
místicas.
Puede parecer sorprendente que en el marco de los cambios de estado de
conciencia raramente se piense en incluir los orgasmos de la sexualidad
genital: son experiencias comunes compartidas por ambos sexos. Los estados
orgásmicos se comprenden mejor cuando son comparados con otros cambios de
estado de conciencia. Escuché al menos a una docena de mujeres que
espontáneamente pronunciaron la palabra “orgasmo” al referirse al momento del
nacimiento de su bebé. Tales comparaciones se vuelven muy interesantes en una
época en la que es posible explorar a través de la imagen el funcionamiento de
las diferentes zonas del cerebro, inclusive durante el orgasmo. Los
investigadores finlandeses han podido demostrar que durante el orgasmo el
conjunto del neocórtex está en reposo, conjuntamente con el córtex prefrontal
derecho. Es fácil comprender por qué los estados orgásmicos que acompañan las
últimas contracciones del “reflejo de eyección del feto” no fueron nunca
tomadas en cuenta. La mayoría de las culturas niegan la necesidad de intimidad
en el período cercano al nacimiento; tienen tendencia a socializar, a
“desprivatizar” el acontecimiento y a interferir a través de creencias y rituales. Es excepcional
que las mujeres traigan sus bebés al mundo en un ambiente compatible con un
estado que podría ser calificado de orgásmico.
El orgasmo como estado de
conciencia.
La mejor manera de comprender los
estados orgásmicos es tomar en consideración la similitud con otros estados
extáticos: “A lo largo de toda mi vida momentos de éxtasis vinieron como por
encanto… El éxtasis de la unión sexual es cercano al éxtasis de la plegaria. En
ambos existe una pérdida de conciencia…” (Una Kroll).
Una Kroll es una de aquellas que
ha remarcado también las similitudes entre las emociones de la unión sexual y
las emociones místicas. Una joven madre me confió que, inmediatamente después
del parto, vio la totalidad del universo en los ojos de su bebé. No es nuevo
considerar lo estados orgásmicos como formas de alcanzar la conciencia cósmica.
Viejos textos tántricos, desconocidos en Occidente hasta una época reciente,
enseñan los rituales sexuales practicados por el Hindu Cult if Ectasy con el objetivo de alcanzar la unidad cósmica.
Es lo que habitualmente se llama el sexo tántrico. Una parábola escrita en
Sánscrito hace 2000 años, es altamente significativa. Es la historia de un
ermitaño peregrino que iba en busca de la Verdad Suprema. Había viajado,
meditado, ayunado; se inflingió intolerables dolores durante muchos años sin
haber podido nunca alcanzar la Verdad Suprema. Un día, decepcionado por los
años de esfuerzo sin recompensa, tomó un descanso al final de la tarde cerca de
un río. Una mujer, maestra tántrica, apareció para tomar un baño en el río.
Después de haber escuchado la historia del peregrino, lo sedujo y le hizo
conocer las cumbres del éxtasis que durante tanto tiempo él había buscado. Más
recientemente, el mismo Freud- a quién lo podría calificarse de místico-
admitió que había al menos una circunstancia donde los límites del ego podían
desaparecer: el orgasmo sexual. Todas las comparaciones son aceptables y
posibles en el contexto científico actual. Dentro de una perspectiva
fisiológica, parece difícil interpretar las experiencias místicas sin hacer alusión
a los estados orgásmicos. Podríamos decir que los estados orgásmicos y las
emociones místicas son dos fragmentos del espejo roto fáciles de conectar. El
doble sentido de la palabra “místico” merece ser recordado. La palabra griega
sugiere a la vez “el cierre de los sentidos”, es decir, la eliminación de una cierta forma de conocimiento, y
también la entrada en el mundo de los “misterios”, es decir, el acceso a otra
clase de conocimiento.
"La Cientificación del amor". El amor y la ciencia. Michel
Odent. Capítulo 13, págs. 71-72. Editorial CreaVida, Buenos Aires.