domingo, 10 de marzo de 2013

Los grupos de madres consiguen reducir la mortalidad neonatal.





Los grupos comunitarios de mujeres han conseguido una extraordinaria reducción de las tasas de mortalidad en algunas de las zonas más pobres de la India, según un estudio publicado en la revista científica Lancet, y presentado por el Dr. Anthony Costello en el Congreso Interatlántico sobre Parto e Investigación en Salud Primal, celebrado en Las Palmas de Gran Canaria del 26 al 28 de febrero de 2010. Además, el apoyo de los grupos de madres proporcionó una reducción significativa de la depresión materna y la mejora de la capacidad de las mujeres para tomar decisiones.

Cada año, alrededor de 4 millones de niños mueren en todo el mundo durante el primer mes de vida. Menos de un cuarto de los 68 países en los que se centraban los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU (reducción de la mortalidad infantil por debajo de los 5 años de edad en 2/3 para el 2015) están en camino de conseguir ese objetivo.

Un estudio anterior, llevado a cabo en Nepal y publicado en Lancet en 2004, apuntó que los grupos participativos de mujeres podrían conseguir un impacto significativo en la salud neonatal en los países más pobres, mucho más que el contacto individual con un profesional sanitario. En ese proyecto, se consiguió una reducción de la mortalidad neonatal de alrededor de un tercio.

Para ver si estas conclusiones se podían aplicar a otros países, los investigadores repitieron el ejercicio en Jharkhand y Orissa, dos de los estados más pobres de la India. En estas regiones mueren, respectivamente, 49 y 45 bebés de cada 1000 niños que nacen vivos, una tasa de mortalidad neonatal muy por encima de la media en la India, estimada en 39 de cada 1000 nacidos vivos. Como término de comparación, en Gran Bretaña esa tasa es de 4 de cada 1000 nacimientos.

Entre 2005 y 2008, un equipo de investigadores dirigido por el catedrático británico Anthony Costello, del Institute of Child Health, UCL (University College London), y el Dr Prasanta Tripathy, de la organización india de voluntariado Ekjut, evaluaron cómo afectaban los grupos de mujeres a la mortalidad neonatal y la depresión materna en las zonas donde se realizó la intervención, comparado con zonas donde no se impulsaron estos grupos participativos.

En cada grupo actuaron como facilitadoras mujeres reclutadas en la zona, respetadas en la comunidad, no profesionales de la salud, por lo general casadas y con alguna escolarización. El número de mujeres que formaron parte de los grupos fue aumentado de 1 de cada 6 mujeres en edad reproductiva (17%) durante el primer año, a más de la mitad (55%) durante el tercer año. En total, se registraron datos de 19.030 nacimientos durante esos tres años.

Las mujeres trabajaron a través de un “ciclo de acción comunitario” en cuatro etapas, identificar los problemas asociados al embarazo, el parto y el cuidado de los recién nacidos; desarrollar estrategias para hacer frente a esos problemas, como mejorar la higiene, conseguir fondos y producir sus propios kits básicos para el parto; trabajar con los líderes locales comunitarios, maestros, políticos y otros para implementar estas estrategias, y evaluar el éxito de estas intervenciones.

“Fue crucial que las mujeres pudieran pensar por sí mismas en los problemas y desarrollar sus propias estrategias para hacerles frente, más que decirles lo que tenían que hacer”, según el Dr. Nirmala Nair de la organización Ekjut “Pensamos que una facilitadora entrenada que apoya el aprendizaje entre iguales es más eficaz para conseguir un cambio duradero en el comportamiento que el enfoque tradicional basado en un instructor que enseña al que tiene que aprender”.

El efecto de las intervenciones fue espectacular: en el segundo y el tercer año del ensayo, en las áreas donde se impulsaron los grupos de mujeres la mortalidad neonatal se redujo en un 45%. En estas zonas también se redujo significativamente la depresión materna, en un 57%.

“Observamos un cambio en el comportamiento: mejores prácticas de higiene, y mejor cuidado de los recién nacidos”, explicó el profesor Costello. “Se pasó de prácticas perjudiciales como dar a luz en lugares sucios o retrasar el inicio de la lactancia, para mejorar significativamente la higiene básica por parte de los asistentes al parto, el corte del cordón umbilical y la respuesta inmediata de las madres a las necesidades de cuidado del recién nacido”.

Los investigadores creen que la mejora del capital social –el acceso al grupo proporcionó a las mujeres una mayor red de apoyo de iguales– fue el aspecto más valioso de los grupos y contribuyó a la mejora de las prácticas en el parto y el cuidado de los bebés, y en la reducción de la depresión materna. Eso también podría explicar por qué estos grupos tuvieron un éxito mucho mayor que las intervenciones directas de los profesionales de la salud.

“Muchas mujeres de estos grupos serían mujeres relativamente jóvenes, con matrimonios pactados por las familias, que viven sólo con su suegra o con una red muy limitada de amigas que le proporcionen apoyo”, explica Audrey Prost, de la UCL. “Los grupos empoderan a las mujeres para que tomen medidas preventivas y puedan hacer frente a los problemas de forma más efectiva cuando surjan. Si has estado en un grupo y surge un problema, tienes una red de apoyo inmediata a la que puedes acudir”.

Los investigadores estiman que el coste adicional de dar apoyo a estos grupos por cada vida salvada fue de alrededor de 910$. No obstante, queda abierta la cuestión de quién pagaría para apoyar este tipo de grupos: el gobierno estatal o federal, organizaciones no gubernamentales, o una combinación de los dos.

Los autores explican que “los grupos de mujeres facilitados por otras mujeres redujeron la mortalidad neonatal y la depresión materna moderada, con un bajo coste, en poblaciones ampliamente tribales, rurales, del este de la India. El mecanismo más probable de reducción de la mortalidad es la mejora de la higiene y las prácticas de cuidado”. Además, “los grupos participativos tuvieron la ventaja de ayudar a los más pobres, se pueden aplicar a mayor escala, tienen un bajo coste y producen efectos duraderos de gran alcance. Al enfocarse hacia su conciencia crítica, los grupos tienen la capacidad de mejorar las habilidades de la comunidad para hacer frente a las dificultades relacionadas con la salud y el desarrollo, surgidas de la pobreza y las desigualdades sociales”.

La revista Lancet publica un segundo estudio llevado a cabo por el mismo equipo, también sobre formación de grupos de mujeres, pero esta vez en Bangladesh. En este país, no se consiguieron resultados tan espectaculares como en la India. No obstante, en este caso, los investigadores creen que una serie de aspectos influyeron en los resultados: la imposibilidad de conseguir una red suficiente de grupos de mujeres, como ocurrió en India, o el reclutamiento de mujeres embarazadas como en el estudio realizado en la India.

Referencias

Manandhar DS, et al. Effect of a participatory intervention with women's groups on birth outcomes in Nepal: cluster-randomised controlled trial. Lancet. 2004 Sep 11-17;364(9438):970-9.
Abstract.

Tripathy P et al. Effect of participatory intervention with women's groups on birth outcomes and maternal depression in Jharkhand and Orissa, India: A cluster-randomised controlled trial. Lancet. 2010 Mar 5. [Epub ahead of print].
Abstract.

Azad, K. et al. Effect of scaling up women’s groups on birth outcomes in three rural districts in Bangladesh: a cluster-randomized controlled trial. Lancet. 2010 Mar 5. [Epub ahead of print].
Abstract.


Artículo publicado por Crianza Natural.